domingo, 23 de diciembre de 2018



GRAL MARIO ROZAS REESTRUCTURA EL ALTO MANDO DE CARABINEROS

Respecto a la crisis que enfrenta el organismo policial producto del caso Catrillanca, el nuevo general director aclaró que "no tengo ningún inconveniente en ofrecer las excusas o pedir perdón".

Pocas horas después de asumir su cargo, la máxima autoridad de la policía uniformada anuncia que la labor preventiva “será un pilar fundamental de mi gestión”. En cuanto a la salida de su antecesor, dice que no tiene “una opinión formada” al respecto.



                                                                                           La Tercera
Los hitos que marcaron su salida: La dura caída de Hermes Soto 


Mario Rozas, nuevo general director de Carabineros: "El general Hermes Soto cumplió con todos los requerimientos que se le plantearon"       El Mercurio

      CASO CAMILO CATRILLANCA

Además aseguró que Andrés Gallegos le envió ocho imágenes tras la muerte de Catrillanca. y que no recuerda habérselas compartido.   Emol


CASO PRESIDENTE FREI MONTALVA

Acusados cifran esperanzas en el testimonio del médico:
Carmen Frei responde declaración de su cuñado J. P. Beca y reitera que Frei Montalva fue asesinado                  El Mercurio


GOBIERNO


CONVERGENCIA PROGRESISTA

El senador socialista José Miguel Insulza está preocupado. El excanciller sostiene que se están dando malas señales en política exterior. También el exministro del Interior está preocupado por la situación de Carabineros. Si bien plantea el acuerdo, respecto de la institución policial espera que La Moneda mejore las reformas. Por ejemplo, pide mayor claridad sobre el mando civil sobre los uniformados.
¿Usted cree que el Presidente Piñera mostró debilidad luego de que el el exgeneral director de Carabineros, Hermes Soto, no aceptara la renuncia que le solicitó?
No, el Presidente lo que hizo fue recurrir a la norma constitucional que se dictó el año 2005 y que le permite pedir la renuncia al general director de Carabineros, igual que a los demás comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas. Cumplió el procedimiento estrictamente. Ahora, naturalmente, no es una buena señal para un gobierno que tenga que cambiar al general director de Carabineros 200 días después de haberlo nombrado.
Usted planteó que no era el momento de estar pidiendo renuncias. ¿Lo sigue manteniendo?
Lo dije cuando todo el mundo estaba, como siempre ocurre cada vez que hay algún problema, pensando en acusaciones constitucionales y renuncias. Entonces, a eso me refería, pero naturalmente, si el Presidente estimaba que el general director ya no estaba en condiciones de seguir ejerciendo su cargo, no veo problema en eso.
¿Todavía se deben buscar responsabilidades políticas?
Uno puede pedir todas las responsabilidades que quiera. Escuché parte del debate en la Cámara y eso está muy bien. El Senado tampoco fue una taza de té, pero la verdad es que otra cosa es cuando se dan las acusaciones constitucionales. Sobre eso no me puedo pronunciar porque, si se llegara presentar una acusación, tendría que fallarla en su mérito, y como senador no puedo adelantar opinión sobre ello.

Pero más allá de la fórmula, ¿usted cree que todavía se deben asumir responsabilidades políticas por lo sucedido en el caso de Camilo Catrillanca?
Bueno, creo que sí se deben asumir responsabilidades políticas y, sobre todo, deben asumirse tomando lecciones de las cosas que han pasado y promoviendo una política de Estado en materia de seguridad pública. Es la mejor forma de asumir la responsabilidad.

¿No cree que Andrés Chadwick tenga que salir?
No voy a pronunciarme sobre eso.

En la Cámara plantearon que Piñera le pida su renuncia…
Bueno, las bancadas podrán opinar lo que quieran. Yo le reitero: no puedo hablar sobre temas de acusaciones constitucionales, porque me toca fallar sobre ellas.

Pero le digo la renuncia del ministro Chadwick, no una acusación constitucional.
Bueno, eso lo decidirá el Presidente. Los ministros son de la exclusiva confianza del Presidente. No estoy pidiendo ninguna renuncia, si esa es la pregunta.

Usted lo mencionaba recién, la responsabilidad política se asume buscando mejorar…
Mejorando la situación de Carabineros. Estamos en una situación muy difícil, muy dramática, y en este momento lo único que no necesitamos son más peleas, más debates y más tensión. Lo que necesitamos es trabajar intensamente en modificar sustantivamente la forma de organización de Carabineros, la dependencia de Carabineros, los procedimientos que Carabineros utiliza y levantar fundamentalmente la moral en una institución que ha sido muy golpeada. Necesitamos a Carabineros, entonces no podemos seguir meses y meses en esta crisis.
¿Y usted cree que aquí hay que buscar un acuerdo político amplio desde el gobierno a la oposición para reformar la institución?
Nosotros así lo esperamos, efectivamente.

¿Pero usted está dispuesto a dar el respaldo para ese acuerdo?
Depende de cuáles sean las propuestas, pues. Usted dice lograr un acuerdo, y a mí me gustaría hablar sobre cuál sería el acuerdo.

Pero, ¿una reforma a la institución, por dónde debiese pasar?
Para empezar, por el mando civil, de quién van a depender Carabineros e Investigaciones, y ese es un proyecto de ley que está en parte en el Congreso, pero no todavía entero.
Pero el mando civil no está en el gobierno…

No, eso no está suficientemente dicho en la ley, Si usted mira la estructura de la cual se está hablando, se dice que va a haber en el Ministerio de Interior y Seguridad Pública una división de Carabineros y una división de Investigaciones dependiendo del subsecretario, eso es altamente insuficiente. Lo que es necesario es decir que Carabineros depende del Ministerio del Interior y su jefe, por tanto, es el ministro del Interior o el Presidente de la República a través de su ministro. Quiero que haya un Ministerio de Seguridad Pública del cual realmente dependan las policías y no que esto sea un diálogo entre el Ministerio del Interior y las policías a través de una dirección.

¿Qué otro punto es relevante?
El tema de la formación. Cuando, por ejemplo, se entra a un lugar disparando y matando a gente inocente, eso significa que la formación anda mal. Si usted mira cosas como el caso del Pacogate, bueno, ahí hay una deficiencia de organización en la gestión financiera muy fuerte. Si mira esta cosa absurda, esta tragicomedia de la Operación Huracán, ahí hay un desconocimiento tremendo. En seguida está todo el control, por cierto, la revisión de cuentas, los planes, el programa, eso está en el proyecto de ley que estamos discutiendo ahora. Pero en vista de lo que ha pasado, quisiéramos tener una visión amplia de qué más vamos a tener.

O sea, para entender, senador, ¿estaría por un acuerdo político desde el gobierno a la oposición, siempre y cuando tenga estos alcances?
En la medida en que discutamos esas cosas, claro. Usted me dice “estaría de acuerdo o no”. Nadie está de acuerdo en el aire. El ministro llegó con este instrumento sobre gestión de la policía, probidad, ética, etc., y nosotros le dijimos que estábamos de acuerdo en legislar, le dimos de inmediato la aprobación general al proyecto, pero vamos a discutir ahora los aspectos fundamentales. Queremos participar, no solamente que el gobierno nos diga qué es lo que van a hacer y como es un tema importante, nosotros decir sí y sí.

Usted planteó que Hermes Soto fue más víctima que responsable…
Creo que sí, no quiero discutir mucho las razones de su salida, en donde el Presidente ha hecho uso de su prerrogativa, pero acepto la idea de que probablemente se había desgastado en toda esta cosa de que le habían mentido por todos lados sus subordinados. Entonces, probablemente ya no estaba en condiciones de ejercer el cargo, y con eso yo aceptaría las razones del Presidente, pero al mismo tiempo es verdad que no le dieron una oportunidad y que la gente que dependía de él le falló.

Se habla de una disputa interna entre la gente leal al exgeneral director Bruno Villalobos y la leal a Hermes Soto. ¿Cómo se puede resolver ese tipo de diferencias?
Seguramente hay ese tipo de problemas y habrá que resolverlo con un mando firme y deshaciendo los grupos que se hayan creado al interior.

A pesar del caso Catrillanca, de lo ocurrido con el pacto migratorio y otros episodios, el Presidente evaluó lo que va de este primer año de gobierno con nota de 6 para arriba. ¿Cómo lo evalúa usted?
No le voy a poner nota al Presidente, no creo que corresponda hacer eso. La evaluación final la da el electorado. Sí efectivamente ha habido cosas que no me han gustado. El giro que ha adoptado la política multilateral del gobierno en política exterior no me gusta. Cuando estamos a punto de realizar la reunión de APEC a fin de año y la de medioambiente a comienzos del próximo año, deberíamos conversar y revisar de nuevo los grandes aspectos de la política exterior. La Cancillería no ha estado funcionando bien en eso.

¿El canciller Ampuero tiene la altura para liderar Relaciones Exteriores?
Eso tendrá que evaluarlo el Presidente. Solamente digo que el espectáculo que dimos en el asunto del pacto de migración, más allá del contenido del pacto, esto de estar trabajando un año y medio codo a codo con los demás países, en revisar cada cosa y de pronto, el último día decir que nos vamos a bajar, eso no es habitual en la política exterior de Chile.
¿Se marcó un antes y un después en la relación con el gobierno tras esta situación?
No, no creo en las relaciones de antes y después. Simplemente estamos en un momento muy complejo y sería bueno que realmente pusiéramos en práctica esto de las políticas de Estado, porque no es bueno retroceder a la política exterior, porque no es bueno que la principal institución policial del país, la más prestigiada del continente hasta hace poco, esté en la situación en la que está. Es grave, es delicado, es crítico para la democracia, tenemos que tratar de lograr acuerdos, más que andar acusándonos unos a otros.    La Tercera


CHILE VAMOS Y OTRAS COLECTIVIDADES DE DERECHA

La Tercera

Jacqueline van Rysselberghe
"La UDI no está radicalizada, está sin complejos"         El Mercurio

FRENTE AMPLIO

Javiera Parada, candidata a la presidencia del partido y exagregada cultural de Chile en EE.UU.: "La crisis en Revolución Democrática es profunda y tiene urgencia de ser resuelta" 
El Mercurio
Beatriz Sánchez y el mito del modelo chileno
POLITICA – Otros partidos, personalidades, perspectivas

Tensos momentos en La Moneda, en el Ejército y en el mundo empresarial:
Historias no contadas de un turbulento 2018        El Mercurio


      DERECHOS HUMANOS: CASTIGO AL NEGACIONISMO
Aunque nos duela  - Jorge Navarrete
La negación de las violaciones a los Derechos Humanos, o incluso su justificación o relativización, es una conducta miserable, que denota la ausencia de toda humanidad y civilidad, lo que a veces nos impulsa a censurarla o castigarla. Sin embargo, por varias razones difiero, en la forma y fondo, del texto aprobado en la comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados, que tipifica “el negacionismo” como un delito con penas privativas de libertad.
Primero, porque pone en cuestión una de las conquistas civilizatorias más significativas de toda democracia, al limitar o condicionar la libertad de expresión, pilar esencial de todo debate sano y vigoroso. Los “derechos en sentido fuerte” -nos recuerda Dworkin- son una carta de triunfo de las minorías frente a las mayorías, para que justamente no se confunda la validez de una opinión con, cosa muy distinta, el que la consideramos valiosa o decente.

Segundo, porque si bien la libertad de expresión reconoce ciertos límites, como es el caso de la dignidad humana, resulta controvertido que la delimitación de ésta quede en manos de una mayoría política circunstancial. La reducción de ciertos tipos de libertad por la exigencia de que se cumpla con la “conciencia común” -como lo denomina Durkheim- podría ser un pequeño problema cuando determinadas normas son compartidas por toda la sociedad. Sin embargo, no es éste el caso, ya que justamente asistimos a un acalorado y dividido debate sobre la memoria histórica del país.

Tercero, porque contrario a lo perseguido por los impulsores de este proyecto, la iniciativa podría terminar devaluando el discurso sobre los DD.HH. Por una parte, y pese a todo lo que creamos con gran convicción y certeza, a menos que se le cuestione y problematice, podríamos terminar sosteniéndolo a manera de un prejuicio, es decir con poca comprensión o sentimiento de sus fundamentos racionales. Por la otra, el silenciar ciertas opiniones solo contribuirá a victimizar a las personas o grupos que las promueven, ensalzando tales argumentos, a sus voceros y generando la sospecha de que no somos capaces de enfrentarlos en un espacio donde no debería haber más fuerza que la que importan los propios argumentos.

Cuarto, porque como ciudadano no quiero entregarle a la autoridad la posibilidad de que, según su contingente criterio, castigue toda opinión u “acto de persona o grupo destinado a propagar doctrinas que atenten contra” nuestras convicciones más profundas, aun cuando “propugnen la violencia o una concepción de la sociedad, del Estado o del orden jurídico… contrario al ordenamiento institucional de la República”. (Las frases entre comillas son del antiguo artículo 8vo de la Constitución de 1980).               La Tercera
La sanción política y social que debería recibir el coqueteo con los dictadores es una cosa. Otra, es poner el aparato represivo del Estado al servicio de ella.
En otras palabras: cuidado con el censor, especialmente con el que tiene buenas intenciones.
El primer problema es qué sancionar: algunos países europeos, como Alemania y Bélgica, criminalizan la negación del Holocausto. Otros como España lo extienden a cualquier crimen contra la Humanidad. En Francia hubo enorme debate sobre la penalización del negacionismo del genocidio armenio. ¿En Chile, deberíamos legislar sólo sobre los crímenes de Pinochet, o, usando análogo razonamiento, extenderlo a las brutalidades de Castro, Stalin o Hitler?
En Estados Unidos, en cambio, la Primera Enmienda defiende casi irrestrictamente la libertad de expresión. Es así como la influyente Asociación por los Derechos Civiles, ACLU, que defiende a inmigrantes y minorías raciales y sexuales, también ampara el derecho a manifestarse de sus peores enemigos, como el Ku Klux Klan. “Tolerar los discursos de odio es la mejor protección que tenemos en este país contra cualquier régimen de tipo nazi”, dice a BBC el experto de la ACLU Chris Hampton.
Es que las leyes sobre negacionismo tienen un peligroso doble filo: permiten a los enemigos de la democracia disfrazarse como defensores de la libertad de expresión. Así lo hemos visto esta semana, con la propaganda de grupos pinochetistas contra lo que llaman “ley mordaza”. La misma estrategia de victimización que usó Hitler cuando fue censurado en los años 20 en Alemania.
Estas normas también requieren de un sentido común del que los censores suelen carecer. Para ser vendido en Alemania, el videojuego “Wolfenstein II: The New Colossus” debió remover las banderas con esvásticas e incluso quitarle el bigote a la imagen de Hitler. Cosa parecida ocurrió, antes de una reciente reforma, con juegos como “Indiana Jones y la Última Cruzada”.
Como advierte el profesor de derecho de la Universidad de Stanford Michael Mc. Connell, “siempre son las personas que tienen el poder las que deciden qué entra en la categoría” de lo que no puede ser expresado.
¿En verdad queremos dar más herramientas al poder para supervisar qué se puede y qué no se puede decir en Chile? Hace sólo unos meses, un joven fue citado a Fiscalía y su teléfono incautado, todo por publicar una broma sobre la vocera de Gobierno que fue interpretada como “amenaza”. El creador de una cuenta parodia sobre los Luksic fue investigado y formalizado por “usurpación de identidad”.
Se dirá que el proyecto sobre negacionimo no pretende afectar la sátira ni la creación cultural. Tampoco se pretende ello al tipificar delitos de amenazas, suplantación de identidad, injurias ni calumnias. Pero todos estos casos tienen algo en común: que el ciudadano hizo un chiste y el poder se lo tomó en serio. Y si hay algo realmente escalofriante, es depender del sentido de humor de un censor.  La Tercera


      REFORMA PREVISIONAL

Andrea Repetto y debate por recursos para cambios al sistema de pensiones:
"La reforma previsional quizás tenga que financiarse con los recursos que disponen los mismos trabajadores"    El Mercurio

      CONTAMINACION EN QUINTERO Y PUCHUNCAVI

Investigación del Ministerio Público tiene más de 2.000 páginas: El expediente de las intoxicaciones en Quintero   El Mercurio

INMIGRACION

Según se constató tras la indagatoria, que se extendió por casi dos años, al menos 200 personas ingresaron de manera ilegal al país.      Emol.com

Cristina Castro Poblete, administradora de la Parroquia Santa Cruz de Estación Central, en la población Los Nogales, que ha servido como una suerte de "refugio" para los haitianos que, a lo largo del Plan Retorno, no han logrado subirse al avión, por diversas razones, explica que, si no fuera por el trabajo que han hecho ellos en conjunto con el municipio, los haitianos que no lograron subirse al avión "estarían en la calle, olvidados". Y agregó: "Yo creo que el Plan Retorno Humanitario no tiene nada de humanitario, es una deportación encubierta porque un retorno no tiene tantas condiciones. Resulta que es tan poco humanitario que ni siquiera se han hecho cargo de las personas que se quedan rezagadas, ni un vaso de agua", dijo.
El Mostrador


  ------------OTROS TEMAS -------------

CULTURA

Pagina12.com.ar

"Roma": Un exquisito fresco social

Fundación Cultural de Providencia y Galería Aninat: Otra mirada al Taller 99

"Buganvilia" 27° Premio Revista de Libros
Rodrigo Cortés: la historia de dolor y violencia que lo convirtió en ganador

Ancestrales y urbanos La escena indígena:
Presente y futuro: las voces de la literatura mapuche

Anónimo gran artista del street art Expone en Madrid y aparece libro suyo en librerías
Banksy, el enigmático artista grafitero que incomoda y seduce          El Mercurio




ECONOMIA


EDUCACION

La secretaria de Estado adelanta los pasos que ejecutará el gobierno para reformar la educación superior, en especial el modelo que tiene a la PSU como principal herramienta de selección universitaria.    La Tercera

      OBITUARIO

 DEFUNCIONES

* María Isabel Castañón de Montero
* Adriana de la Plaza Álvarez
* Daniel Díaz González
* Eliana Ebensperger Proessel vda. de Forestier
* Arturo Raúl Jones Müller
* Isabel Mahou Bayle
* María Eugenia Morales Carmona
* María Isabel Paratori Bevilacqua
* Cecilia Pentz Concha
* Rubén Arturo Rojas Flores
* María Irene Rojas Trucco vda. de Pardow
* Héctor Seguel Estuardo
* Daniel Jorge Shultz Hodgson
* Mario Siade Rabah
* Arturo Mariano Valle Ponce
* Andrea Wallach Cortés

IN MEMORIAM

* Marta Correa Díaz
* Gustavo Lagos Matus
* Juan Carlos Vanni Chiamil

EXPRESIONES DE GRACIAS

* Claudio Abé del Solar
* Luisa Bravo Pavez
* Catita Casas Gómez
* Lucía de las Mercedes Concha Ahumada
* Gustavo Contreras Pulido
* Pedro Alfredo Armando Copier Oltmans
* Fresia de la Presa Cartajena de Larraín
* María Raquel Poblete Echegoyen
* Ema del Rosario Reyes Sanzana
* Nicolás Vilaplana Gaju                                    El Mercurio





INTERNACIONAL


Bolivia: Evo inaugura puesto anticontrabando en la frontera

Crisis en Nicaragua: Ortega cierra canal de TV crítico de su gobierno y acusa al director de "terrorismo"

Tras erupción volcánica: Tsunami deja al menos 43 muertos y cerca de 600 heridos en Indonesia                                               El Mercurio


ARGENTINA


Corte, números , peripecias, conflictos - Por Mario Wainfeld                       Pagina12.com.ar


ESTADOS UNIDOS


OPINION Y EDITORIALES (una selección – fragmentos)

La vocación de chusma  - Ascanio Cavallo
¿Se derechiza la derecha chilena? Desde luego; y no hay por qué extrañarse. Sabemos desde hace un par de siglos que la dialéctica política consiste en eso: cuando un sector se mueve hacia una punta, el otro se inclina hacia la contraria. La derechización de la derecha es una excrecencia de la izquierdización de la izquierda. Quien haya escuchado la forma en que la derecha, incluso la moderada, la centrista, se refiere al gobierno de la Nueva Mayoría, sabe esto desde el primer día de la campaña presidencial pasada. ¿No estaban allí casi todos los síntomas: los competidores en las primarias de Chile Vamos, la candidatura desmarcada de José Antonio Kast y, sobre todo, la maciza y enojada movilización para la segunda vuelta presidencial?
Pero eso no equivale al regreso del pinochetismo. No es la entronización del diputado Ignacio Urrutia ni de la diputada Camila Flores, que tienen lo suyo y lo defienden con bravura, pero ya está. La reivindicación de Pinochet se va a producir, más tarde que temprano, aunque solo sea porque ha sido demonizado hasta el grado imposible de pretender su inexistencia. Hace 30 años obtuvo más del 44% de los votos y es inicuo pretender que esa adhesión se volatilizó. Más aún: desde entonces, solo Lavín y Piñera han conseguido votaciones mayores en la derecha.
Así y todo, no es imaginable la resurrección del pinochetismo en los términos en que existió; la historia no tiene retorsiones tan truculentas. La derechización de la derecha no va por esa senda. Lo que la mueve, principalmente, es la conducta de una izquierda que no termina de diferenciarse en su irritabilidad.
¿Qué cosas operan hoy en favor de la derechización? De un lado, algunas conductas de sus adversarios: la pasión caníbal por devorarse a sí mismos y a sus mejores líderes; la ausencia de respuestas prácticas a fenómenos complejos, como la inmigración, donde ningún pietismo basta para aplacar el sentimiento de amenaza; el silencio bovino hacia gobiernos impresentables que siguen activos en América Latina; las descalificaciones a órganos que les disgustan, como el Tribunal Constitucional, que una patota traduce luego en una encerrona callejera; el desequilibrio desembozado para distribuir la calidad de criminal político; en fin, la terca inclinación a preferir la historia como pantallazos y negarla como procesos.
Y del otro: el impresionante ascenso de la derecha dura en Europa, ya no solo en los países exsocialistas -otro ejemplo de dialéctica política-, sino también en el moderado centro oeste, que fue el paraíso de la socialdemocracia, Italia, Holanda, Bélgica, Francia; el triunfo de Jair Bolsonaro en Brasil, apabullante para un país que pasó 23 años bajo gobiernos de izquierda (la del lulismo, “más a la izquierda” que Fernando Henrique Cardoso), sin olvidar la victoria de Iván Duque en Colombia, solo por sostener que las Farc fueron derrotadas, y esa vieja sensación -por cierto, inconfirmada- de que la derecha siempre lo hace mejor en las cuestiones de administración y de fuerza.
¿Quién gana con la ciénaga de Carabineros? Cualquiera, menos la izquierda. Aparte de batir el récord de sacar a 47 generales y dos generales directores en nueve meses, el Presidente Piñera recibió del general Hermes Soto un valioso regalo: su negativa a renunciar, permitiendo al Presidente cursar un decreto fundado del que se hacen parte, aun sin desearlo, el Congreso y la Contraloría. ¿Se puede imaginar un mejor diseño para reforzar la autoridad presidencial?
Piñera no se irá con esto hacia la derecha “dura”; eso no está en su constituency ni en su experiencia vital. Pero esa derecha ve con satisfacción la intervención del gobierno en un organismo que hasta hace unos meses era visto como un subalterno de los gobiernos de centroizquierda. El general Bruno Villalobos llegó a salvar el cargo cuando se descubrió el mayor fraude monetario de la historia de Carabineros, con el simple recurso de decirle a la entonces Presidenta Bachelet que su mantención era una garantía de que lo resolvería; quizás la Presidenta no advirtió que esa era una nueva versión del argumento usado por el general Pinochet cuando el Presidente Aylwin le dijo que prefería que se fuera del Ejército. Pero de ahí en más, Villalobos pareció un protégé de la administración, razón suficiente para que se abriera una batalla campal dentro de la policía.
Esta vez, la realidad imita a la caricatura. Parece una broma que dos generales puedan estar en liza, acumulando por delante y por detrás a otros generales y coroneles, y unos y otros se ataquen con toda clase de herramientas infectadas (¡un bando llegó a utilizar a un diputado del PC!), a la vista de 51 mil subordinados que solo esperan oír una voz de mando, una sola. ¿Quién la ofrece? El gobierno de derecha, el Presidente de derecha, que saca al general aunque se resista, echa a 10 más si es necesario, y llega al récord de 47 generales: ¿No es la tan postergada reestructuración de Carabineros?
Tampoco hay que exagerar: la andrajosa situación de Carabineros será una oportunidad, pero maldita sea la oportunidad. Ha costado una vida y las seis peores semanas del gobierno interior. Los gobiernos, como las personas, envejecen prematuramente con estos dramas, se vuelven más escépticos y amargos.
Pero en su entorno las cosas se mueven de otro modo. Si Jacqueline van Rysselberghe ha vuelto a imponerse en la UDI no es porque resurja el pinochetismo, sino porque sus militantes habrán percibido una mejor capacidad para contener a quienes los quieren desbordar por la derecha. El polo magnético en que se ha convertido José Antonio Kast para ese sector es el mayor quebradero de cabeza que haya tenido nunca Chile Vamos, y eso que a Kast le falta la ordinariez del gran líder populista, esa vocación de chusma y refundación que ha ido de Perón a Mao, de Catilina a Chávez.
De pronto, las elecciones que vienen, las municipales y regionales del 2020, empiezan a tomar otro sentido. Capaz que sean la medición de cosas que hace solo un tiempo no imaginábamos.    La Tercera

La anomia de Carabineros – Carlos Peña
Lo que ha ocurrido (desde el estado de compromiso y para qué decir durante la dictadura) es que en las corporaciones armadas se fue gestando poco a poco un cierto aislamiento de la sociedad y el poder civil. Carabineros, el Ejército, la Armada, comenzaron a gestar formas de comensalidad, prácticas de endogamia, narrativas del orgullo profesional, códigos de conducta, etcétera, totalmente apartados de la sociedad a la que pertenecen y a la que deben obediencia, conductas que se definían por contraposición a la sociedad civil. Esas corporaciones comenzaron a generar una cultura propia que cuando se la mantiene en diálogo y confrontación con otras cumple la función de fortalecer la independencia y el orgullo, pero cuando se la deja a solas, sin confrontación y control y no se la hace experimentar sus límites -como ocurrió con ministros y ministras vestidos de verde oliva que la reproducen y la acatan en vez de confrontarla- acaba deslizándose hacia el vicio del corporativismo y entonces una cultura autorreferida, con su propia idea de lo que es correcto y legítimo, con su propia definición de fines y medios, queda instalada en medio del Estado.
Aparece en ese momento la anomia, que no es en rigor la falta de reglas, sino la aparición de reglas propias.
¿Acaso no es eso lo que ha estado ocurriendo en Carabineros y en cierta medida en el Ejército? ¿Que se han constituido en cuerpos autorreferidos, con una cultura vuelta sobre sí misma que experimenta pocos límites y que acaba generando su propio ethos , su propio sentido de lealtad, de lo que es legítimo y lo que no?
El fenómeno, como se ha observado muchas veces, viene desde el estado de compromiso, donde los cuerpos armados se mantuvieron al margen de la vida pública, y se acentuó durante la dictadura, cuando se erigieron en la medida de la vida cívica, y continuó, por desidia o incomprensión o incompetencia o temor, durante los gobiernos de la Concertación, que, al igual como les ocurrió en algún momento con los empresarios (es cosa de recordar el agrado con que el Presidente Lagos iba al CEP), parecieron más interesados en ganarse la confianza y la complicidad de carabineros, militares, marinos y aviadores, por la vía de compartir sus ritos y halagarlos, que de imponer su voluntad, controlarlos y someterlos del todo al poder civil.
Por eso hay que celebrar la decisión del Presidente (que dicho sea de paso algo sabe de anomia) de hacer renunciar al alto mando de Carabineros. Esa es la única forma de comenzar a someter a esos cuerpos al poder civil, a los valores de la plena vida cívica, y para hacerlo es inevitable, como lo ha hecho el Presidente, recordarles quién es el que manda.   El Mercurio
Puras Mentiras  -  Oscar Contardo 
Cuando Sebastián Piñera lanzó su candidatura a la Presidencia en 2017 prometió pocas cosas. Además de la prosperidad económica que auguraban tiempos mejores, uno de sus compromisos fue restablecer “el principio de autoridad”, que juzgaba debilitado, y fortalecer a la policía uniformada, sobre todo en su rol en la crisis de La Araucanía. Una vez que asumió el gobierno, Piñera se fotografió en pose marcial junto a un enjambre de blindados que llevaría el orden a La Araucanía. También concedió un par de entrevistas en las que puso como ejemplo del caos imperante en la zona, el incendio de “iglesias con mujeres y niños dentro”.
Eso nunca ocurrió: las iglesias quemadas estaban vacías. Lo que efectivamente sí sucedió fue el asesinato del matrimonio de ancianos Luchsinger McKay, un crimen espantoso perpetrado durante el primer mandato de Piñera y por el que hay un hombre condenado por la justicia. Por último, en un gesto que lo diferenciaba de su antecesora, el Presidente Piñera destituyó al general Villalobos y nombró a Hermes Soto como general director.
Soto comentaría tras asumir que de haber enfrentado un problema como el que le tocó al anterior jefe de Carabineros, él habría renunciado antes. Sin embargo, cuando Camilo Catrillanca fue asesinado por un comando de un balazo en la nuca, frente al revuelo nacional, el general no marcó gran diferencia con los modos del general Villalobos. Hermes Soto respaldó una catarata de versiones absurdas sobre lo realmente acontecido la tarde del crimen. Esas versiones aparentemente las recogía de sus subordinados y no eran más que un cuadro lleno de vacíos, conexiones flojas y explicaciones chapuceras. El relato acabó coronado por un video en donde el policía sospechoso del disparo sostenía desde prisión que a él lo obligaron a mentir, sin especificar quién lo había presionado. En su inesperada declaración, el policía tampoco tuvo tiempo para lamentar la tragedia de la familia Catrillanca. Se quejaba, eso sí, del mal momento que estaban pasando sus compañeros de armas. Ese video grabado sin autorización y difundido por las redes sociales encarnaba la respuesta que le había dado el Estado de Chile a la crisis de La Araucanía: un policía vestido con una polera de superhéroe.
Durante las semanas que siguieron a la muerte del comunero mapuche, autoridades civiles y uniformadas dijeron muchas cosas, las dijeron por la televisión, la radio y los diarios. Dijeron que había sido un robo, que hubo una persecución y fuego cruzado. Dijeron que el muerto era sospechoso, que tenía antecedentes penales. Dijeron que hubo cámaras, pero no imágenes; dijeron que el muchacho que acompañaba a Camilo Catrillanca era cómplice de algo. A ese adolescente lo detuvieron, lo maltrataron e incluso intentaron incriminarlo por su propia tragedia. Ahora sabemos -gracias a videos filtrados- que el chico solo miraba con ojos de espanto la muerte de su amigo y que si no fuese por él, porque ninguna de la decena de balas disparadas lo alcanzó, seguramente no sabríamos la verdad y estaríamos escuchando en una conferencia de prensa a alguien hablando del honor de quienes forman una institución y que día a día se sacrifican por todos nosotros. Más que un trabajo, un apostolado que no se merece críticas ni exigencias.
El asesinato de Camilo Catrillanca es el punto de fuga de un desfile de mentiras -recientes, pasadas, históricas- que aún no terminan de revelarse; también es el síntoma de que la crisis en Carabineros es profunda y supura como un tejido infectado del que las autoridades políticas no quieren hacerse cargo, como tampoco lo hacen con la situación en La Araucanía, porque los planes complejos a largo plazo no rentan. Lo importante es el aquí y ahora de los votos; moverse en la frivolidad que acompaña a la desidia, aunque tenga como consecuencia otro fracaso más de una democracia fatigada por la desilusión, la desconfianza y la rabia.                           La Tercera

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