GRAL
MARIO ROZAS REESTRUCTURA EL ALTO MANDO DE CARABINEROS
Respecto a la crisis que enfrenta el organismo
policial producto del caso Catrillanca, el nuevo general director aclaró que
"no tengo ningún inconveniente en ofrecer las excusas o pedir
perdón".
Pocas horas después de asumir su cargo, la máxima
autoridad de la policía uniformada anuncia que la labor preventiva “será un
pilar fundamental de mi gestión”. En cuanto a la salida de su antecesor, dice
que no tiene “una opinión formada” al respecto.
La Tercera
Los hitos que marcaron su salida: La dura caída de Hermes Soto
Documento de remoción fue publicado ayer en la edición
del Diario Oficial
Decreto presidencial por Soto: "Ha visto afectado seriamente su liderazgo, generando una pérdida de confianza respecto a la adecuada conducción y mando requerido"
Decreto presidencial por Soto: "Ha visto afectado seriamente su liderazgo, generando una pérdida de confianza respecto a la adecuada conducción y mando requerido"
Mario Rozas, nuevo general director de
Carabineros: "El general Hermes Soto cumplió con todos los
requerimientos que se le plantearon" El
Mercurio
CASO
CAMILO CATRILLANCA
Además aseguró que Andrés Gallegos le envió ocho
imágenes tras la muerte de Catrillanca. y que no recuerda habérselas
compartido. Emol
CASO PRESIDENTE FREI
MONTALVA
Acusados cifran esperanzas en el testimonio del
médico:
Carmen Frei responde declaración de su cuñado J. P. Beca y reitera que Frei Montalva fue asesinado El Mercurio
Carmen Frei responde declaración de su cuñado J. P. Beca y reitera que Frei Montalva fue asesinado El Mercurio
GOBIERNO
MINISTRO FELIPE LARRAÍN "La economía es difícil, pero la política es más dura y
más difícil" El Mercurio
CONVERGENCIA PROGRESISTA
El senador socialista José Miguel Insulza está
preocupado. El excanciller sostiene que se están dando malas señales en política
exterior. También el exministro del Interior está preocupado por la situación
de Carabineros. Si bien plantea el acuerdo, respecto de la institución policial
espera que La Moneda mejore las reformas. Por ejemplo, pide mayor claridad
sobre el mando civil sobre los uniformados.
¿Usted cree
que el Presidente Piñera mostró debilidad luego de que el el exgeneral director
de Carabineros, Hermes Soto, no aceptara la renuncia que le solicitó?
No, el Presidente lo que hizo fue recurrir a la norma
constitucional que se dictó el año 2005 y que le permite pedir la renuncia al
general director de Carabineros, igual que a los demás comandantes en jefe de
las Fuerzas Armadas. Cumplió el procedimiento estrictamente. Ahora,
naturalmente, no es una buena señal para un gobierno que tenga que cambiar al
general director de Carabineros 200 días después de haberlo nombrado.
Usted
planteó que no era el momento de estar pidiendo renuncias. ¿Lo sigue
manteniendo?
Lo dije cuando todo el mundo estaba, como siempre
ocurre cada vez que hay algún problema, pensando en acusaciones
constitucionales y renuncias. Entonces, a eso me refería, pero naturalmente, si
el Presidente estimaba que el general director ya no estaba en condiciones de
seguir ejerciendo su cargo, no veo problema en eso.
¿Todavía se
deben buscar responsabilidades políticas?
Uno puede pedir todas las responsabilidades que
quiera. Escuché parte del debate en la Cámara y eso está muy bien. El Senado
tampoco fue una taza de té, pero la verdad es que otra cosa es cuando se dan
las acusaciones constitucionales. Sobre eso no me puedo pronunciar porque, si
se llegara presentar una acusación, tendría que fallarla en su mérito, y como
senador no puedo adelantar opinión sobre ello.
Pero más
allá de la fórmula, ¿usted cree que todavía se deben asumir responsabilidades
políticas por lo sucedido en el caso de Camilo Catrillanca?
Bueno, creo que sí se deben asumir responsabilidades
políticas y, sobre todo, deben asumirse tomando lecciones de las cosas que han
pasado y promoviendo una política de Estado en materia de seguridad pública. Es
la mejor forma de asumir la responsabilidad.
¿No cree que
Andrés Chadwick tenga que salir?
No voy a pronunciarme sobre eso.
En la Cámara
plantearon que Piñera le pida su renuncia…
Bueno, las bancadas podrán opinar lo que quieran. Yo
le reitero: no puedo hablar sobre temas de acusaciones constitucionales, porque
me toca fallar sobre ellas.
Pero le digo
la renuncia del ministro Chadwick, no una acusación constitucional.
Bueno, eso lo decidirá el Presidente. Los ministros
son de la exclusiva confianza del Presidente. No estoy pidiendo ninguna
renuncia, si esa es la pregunta.
Usted lo
mencionaba recién, la responsabilidad política se asume buscando mejorar…
Mejorando la situación de Carabineros. Estamos en una
situación muy difícil, muy dramática, y en este momento lo único que no
necesitamos son más peleas, más debates y más tensión. Lo que necesitamos es
trabajar intensamente en modificar sustantivamente la forma de organización de
Carabineros, la dependencia de Carabineros, los procedimientos que Carabineros
utiliza y levantar fundamentalmente la moral en una institución que ha sido muy
golpeada. Necesitamos a Carabineros, entonces no podemos seguir meses y meses
en esta crisis.
¿Y usted
cree que aquí hay que buscar un acuerdo político amplio desde el gobierno a la
oposición para reformar la institución?
Nosotros así lo esperamos, efectivamente.
¿Pero usted
está dispuesto a dar el respaldo para ese acuerdo?
Depende de cuáles sean las propuestas, pues. Usted
dice lograr un acuerdo, y a mí me gustaría hablar sobre cuál sería el acuerdo.
Pero, ¿una
reforma a la institución, por dónde debiese pasar?
Para empezar, por el mando civil, de quién van a depender
Carabineros e Investigaciones, y ese es un proyecto de ley que está en parte en
el Congreso, pero no todavía entero.
Pero el mando civil no está en el gobierno…
No, eso no está suficientemente dicho en la ley, Si
usted mira la estructura de la cual se está hablando, se dice que va a haber en
el Ministerio de Interior y Seguridad Pública una división de Carabineros y una
división de Investigaciones dependiendo del subsecretario, eso es altamente
insuficiente. Lo que es necesario es decir que Carabineros depende del
Ministerio del Interior y su jefe, por tanto, es el ministro del Interior o el
Presidente de la República a través de su ministro. Quiero que haya un
Ministerio de Seguridad Pública del cual realmente dependan las policías y no
que esto sea un diálogo entre el Ministerio del Interior y las policías a
través de una dirección.
¿Qué otro
punto es relevante?
El tema de la formación. Cuando, por ejemplo, se entra
a un lugar disparando y matando a gente inocente, eso significa que la
formación anda mal. Si usted mira cosas como el caso del Pacogate, bueno, ahí
hay una deficiencia de organización en la gestión financiera muy fuerte. Si
mira esta cosa absurda, esta tragicomedia de la Operación Huracán, ahí hay un
desconocimiento tremendo. En seguida está todo el control, por cierto, la
revisión de cuentas, los planes, el programa, eso está en el proyecto de ley
que estamos discutiendo ahora. Pero en vista de lo que ha pasado, quisiéramos
tener una visión amplia de qué más vamos a tener.
O sea, para
entender, senador, ¿estaría por un acuerdo político desde el gobierno a la
oposición, siempre y cuando tenga estos alcances?
En la medida en que discutamos esas cosas, claro.
Usted me dice “estaría de acuerdo o no”. Nadie está de acuerdo en el aire. El
ministro llegó con este instrumento sobre gestión de la policía, probidad,
ética, etc., y nosotros le dijimos que estábamos de acuerdo en legislar, le
dimos de inmediato la aprobación general al proyecto, pero vamos a discutir
ahora los aspectos fundamentales. Queremos participar, no solamente que el
gobierno nos diga qué es lo que van a hacer y como es un tema importante,
nosotros decir sí y sí.
Usted
planteó que Hermes Soto fue más víctima que responsable…
Creo que sí, no quiero discutir mucho las razones de
su salida, en donde el Presidente ha hecho uso de su prerrogativa, pero acepto
la idea de que probablemente se había desgastado en toda esta cosa de que le
habían mentido por todos lados sus subordinados. Entonces, probablemente ya no
estaba en condiciones de ejercer el cargo, y con eso yo aceptaría las razones
del Presidente, pero al mismo tiempo es verdad que no le dieron una oportunidad
y que la gente que dependía de él le falló.
Se habla de
una disputa interna entre la gente leal al exgeneral director Bruno Villalobos
y la leal a Hermes Soto. ¿Cómo se puede resolver ese tipo de diferencias?
Seguramente hay ese tipo de problemas y habrá que
resolverlo con un mando firme y deshaciendo los grupos que se hayan creado al
interior.
A pesar del
caso Catrillanca, de lo ocurrido con el pacto migratorio y otros episodios, el
Presidente evaluó lo que va de este primer año de gobierno con nota de 6 para
arriba. ¿Cómo lo evalúa usted?
No le voy a poner nota al Presidente, no creo que
corresponda hacer eso. La evaluación final la da el electorado. Sí
efectivamente ha habido cosas que no me han gustado. El giro que ha adoptado la
política multilateral del gobierno en política exterior no me gusta. Cuando
estamos a punto de realizar la reunión de APEC a fin de año y la de
medioambiente a comienzos del próximo año, deberíamos conversar y revisar de
nuevo los grandes aspectos de la política exterior. La Cancillería no ha estado
funcionando bien en eso.
¿El
canciller Ampuero tiene la altura para liderar Relaciones Exteriores?
Eso tendrá que evaluarlo el Presidente. Solamente digo
que el espectáculo que dimos en el asunto del pacto de migración, más allá del
contenido del pacto, esto de estar trabajando un año y medio codo a codo con
los demás países, en revisar cada cosa y de pronto, el último día decir que nos
vamos a bajar, eso no es habitual en la política exterior de Chile.
¿Se marcó un
antes y un después en la relación con el gobierno tras esta situación?
No, no creo en las relaciones de antes y después.
Simplemente estamos en un momento muy complejo y sería bueno que realmente
pusiéramos en práctica esto de las políticas de Estado, porque no es bueno
retroceder a la política exterior, porque no es bueno que la principal
institución policial del país, la más prestigiada del continente hasta hace
poco, esté en la situación en la que está. Es grave, es delicado, es crítico
para la democracia, tenemos que tratar de lograr acuerdos, más que andar acusándonos
unos a otros. La Tercera
CHILE VAMOS Y OTRAS COLECTIVIDADES
DE DERECHA
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Jacqueline van Rysselberghe
"La UDI no está radicalizada, está sin complejos" El Mercurio
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FRENTE AMPLIO
Javiera Parada, candidata a la presidencia del partido
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urgencia de ser resuelta"
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Beatriz Sánchez y el mito del modelo chileno
POLITICA – Otros partidos,
personalidades, perspectivas
Tensos momentos en La Moneda, en el Ejército y en el mundo empresarial:
Historias no contadas de un turbulento 2018 El Mercurio
DERECHOS
HUMANOS: CASTIGO AL NEGACIONISMO
Aunque
nos duela - Jorge Navarrete
La negación de las violaciones a los Derechos Humanos,
o incluso su justificación o relativización, es una conducta miserable, que
denota la ausencia de toda humanidad y civilidad, lo que a veces nos impulsa a
censurarla o castigarla. Sin embargo, por varias razones difiero, en la forma y
fondo, del texto aprobado en la comisión de Derechos Humanos de la Cámara de
Diputados, que tipifica “el negacionismo” como un delito con penas privativas
de libertad.
Primero, porque pone en cuestión una de las
conquistas civilizatorias más significativas de toda democracia, al limitar o
condicionar la libertad de expresión, pilar esencial de todo debate sano y
vigoroso. Los “derechos en sentido fuerte” -nos recuerda Dworkin- son una carta
de triunfo de las minorías frente a las mayorías, para que justamente no se
confunda la validez de una opinión con, cosa muy distinta, el que la
consideramos valiosa o decente.
Segundo, porque si bien la libertad de
expresión reconoce ciertos límites, como es el caso de la dignidad humana,
resulta controvertido que la delimitación de ésta quede en manos de una mayoría
política circunstancial. La reducción de ciertos tipos de libertad por la
exigencia de que se cumpla con la “conciencia común” -como lo denomina
Durkheim- podría ser un pequeño problema cuando determinadas normas son
compartidas por toda la sociedad. Sin embargo, no es éste el caso, ya que
justamente asistimos a un acalorado y dividido debate sobre la memoria
histórica del país.
Tercero, porque contrario a lo perseguido
por los impulsores de este proyecto, la iniciativa podría terminar devaluando
el discurso sobre los DD.HH. Por una parte, y pese a todo lo que creamos con
gran convicción y certeza, a menos que se le cuestione y problematice,
podríamos terminar sosteniéndolo a manera de un prejuicio, es decir con poca
comprensión o sentimiento de sus fundamentos racionales. Por la otra, el
silenciar ciertas opiniones solo contribuirá a victimizar a las personas o
grupos que las promueven, ensalzando tales argumentos, a sus voceros y
generando la sospecha de que no somos capaces de enfrentarlos en un espacio
donde no debería haber más fuerza que la que importan los propios argumentos.
Cuarto, porque como ciudadano no quiero
entregarle a la autoridad la posibilidad de que, según su contingente criterio,
castigue toda opinión u “acto de persona o grupo destinado a propagar doctrinas
que atenten contra” nuestras convicciones más profundas, aun cuando “propugnen
la violencia o una concepción de la sociedad, del Estado o del orden jurídico…
contrario al ordenamiento institucional de la República”. (Las frases entre
comillas son del antiguo artículo 8vo de la Constitución de 1980). La Tercera
La sanción política y social que debería
recibir el coqueteo con los dictadores es una cosa. Otra, es poner el aparato
represivo del Estado al servicio de ella.
En otras palabras: cuidado con el censor,
especialmente con el que tiene buenas intenciones.
El primer problema es qué sancionar: algunos países europeos, como Alemania y Bélgica, criminalizan la negación del Holocausto. Otros como España lo extienden a cualquier crimen contra la Humanidad. En Francia hubo enorme debate sobre la penalización del negacionismo del genocidio armenio. ¿En Chile, deberíamos legislar sólo sobre los crímenes de Pinochet, o, usando análogo razonamiento, extenderlo a las brutalidades de Castro, Stalin o Hitler?
El primer problema es qué sancionar: algunos países europeos, como Alemania y Bélgica, criminalizan la negación del Holocausto. Otros como España lo extienden a cualquier crimen contra la Humanidad. En Francia hubo enorme debate sobre la penalización del negacionismo del genocidio armenio. ¿En Chile, deberíamos legislar sólo sobre los crímenes de Pinochet, o, usando análogo razonamiento, extenderlo a las brutalidades de Castro, Stalin o Hitler?
En Estados Unidos, en cambio, la Primera
Enmienda defiende casi irrestrictamente la libertad de expresión. Es así como
la influyente Asociación por los Derechos Civiles, ACLU, que defiende a
inmigrantes y minorías raciales y sexuales, también ampara el derecho a
manifestarse de sus peores enemigos, como el Ku Klux Klan. “Tolerar los
discursos de odio es la mejor protección que tenemos en este país contra
cualquier régimen de tipo nazi”, dice a BBC el experto de la ACLU Chris
Hampton.
Es que las leyes sobre negacionismo tienen
un peligroso doble filo: permiten a los enemigos de la democracia disfrazarse
como defensores de la libertad de expresión. Así lo hemos visto esta
semana, con la propaganda de grupos pinochetistas contra lo que llaman “ley
mordaza”. La misma estrategia de victimización que usó Hitler cuando fue
censurado en los años 20 en Alemania.
Estas normas también requieren de un
sentido común del que los censores suelen carecer. Para ser vendido en
Alemania, el videojuego “Wolfenstein II: The New Colossus” debió remover las
banderas con esvásticas e incluso quitarle el bigote a la imagen de Hitler.
Cosa parecida ocurrió, antes de una reciente reforma, con juegos como “Indiana
Jones y la Última Cruzada”.
Como advierte el profesor de derecho de la
Universidad de Stanford Michael Mc. Connell, “siempre son las personas que
tienen el poder las que deciden qué entra en la categoría” de lo que no puede
ser expresado.
¿En verdad queremos dar más herramientas al
poder para supervisar qué se puede y qué no se puede decir en Chile? Hace sólo
unos meses, un joven fue citado a Fiscalía y su teléfono incautado, todo por
publicar una broma sobre la vocera de Gobierno que fue interpretada como
“amenaza”. El creador de una cuenta parodia sobre los Luksic fue investigado y
formalizado por “usurpación de identidad”.
Se dirá que el proyecto sobre negacionimo no pretende afectar la sátira ni la creación cultural. Tampoco se pretende ello al tipificar delitos de amenazas, suplantación de identidad, injurias ni calumnias. Pero todos estos casos tienen algo en común: que el ciudadano hizo un chiste y el poder se lo tomó en serio. Y si hay algo realmente escalofriante, es depender del sentido de humor de un censor. La Tercera
Se dirá que el proyecto sobre negacionimo no pretende afectar la sátira ni la creación cultural. Tampoco se pretende ello al tipificar delitos de amenazas, suplantación de identidad, injurias ni calumnias. Pero todos estos casos tienen algo en común: que el ciudadano hizo un chiste y el poder se lo tomó en serio. Y si hay algo realmente escalofriante, es depender del sentido de humor de un censor. La Tercera
REFORMA PREVISIONAL
Andrea Repetto y debate por recursos para cambios al
sistema de pensiones:
"La reforma previsional quizás tenga que financiarse con los recursos que disponen los mismos trabajadores" El Mercurio
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CONTAMINACION
EN QUINTERO Y PUCHUNCAVI
Investigación del Ministerio Público tiene más de
2.000 páginas: El expediente de las intoxicaciones en Quintero El Mercurio
INMIGRACION
Según se constató tras la indagatoria, que se extendió
por casi dos años, al menos 200 personas ingresaron de manera ilegal al país. Emol.com
Cristina Castro Poblete, administradora de la
Parroquia Santa Cruz de Estación Central, en la población Los Nogales, que ha
servido como una suerte de "refugio" para los haitianos que, a lo
largo del Plan Retorno, no han logrado subirse al avión, por diversas razones,
explica que, si no fuera por el trabajo que han hecho ellos en conjunto con el
municipio, los haitianos que no lograron subirse al avión "estarían en la
calle, olvidados". Y agregó: "Yo creo que el Plan Retorno Humanitario
no tiene nada de humanitario, es una deportación encubierta porque un retorno
no tiene tantas condiciones. Resulta que es tan poco humanitario que ni
siquiera se han hecho cargo de las personas que se quedan rezagadas, ni un vaso
de agua", dijo.
El Mostrador
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ECONOMIA
Mario Kreutzberger: "Necesitamos de la filantropía, que no es lo mismo que la
solidaridad"
El Mercurio
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La secretaria de Estado adelanta los pasos que
ejecutará el gobierno para reformar la educación superior, en especial el
modelo que tiene a la PSU como principal herramienta de selección universitaria. La Tercera
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DEFUNCIONES
* María Isabel Castañón de Montero
* Adriana de la Plaza Álvarez
* Daniel Díaz González
* Eliana Ebensperger Proessel vda. de Forestier
* Arturo Raúl Jones Müller
* Isabel Mahou Bayle
* María Eugenia Morales Carmona
* María Isabel Paratori Bevilacqua
* Cecilia Pentz Concha
* Rubén Arturo Rojas Flores
* María Irene Rojas Trucco vda. de Pardow
* Héctor Seguel Estuardo
* Daniel Jorge Shultz Hodgson
* Mario Siade Rabah
* Arturo Mariano Valle Ponce
* Andrea Wallach Cortés
IN MEMORIAM
* Marta Correa Díaz
* Gustavo Lagos Matus
* Juan Carlos Vanni Chiamil
EXPRESIONES DE GRACIAS
* Claudio Abé del Solar
* Luisa Bravo Pavez
* Catita Casas Gómez
* Lucía de las Mercedes Concha Ahumada
* Gustavo Contreras Pulido
* Pedro Alfredo Armando Copier Oltmans
* Fresia de la Presa Cartajena de Larraín
* María Raquel Poblete Echegoyen
* Ema del Rosario Reyes Sanzana
* Nicolás Vilaplana Gaju El Mercurio
* María Isabel Castañón de Montero
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IN MEMORIAM
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Injusticia,
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principal fuerza opositora - Por Mario Wainfeld
Corte,
números , peripecias, conflictos - Por Mario Wainfeld Pagina12.com.ar
ESTADOS UNIDOS
Más de 800.000 funcionarios públicos afectados:
Sin acuerdo, cierre parcial del gobierno de EE.UU. se extiende hasta el jueves
Brett McGurk:
Enviado de Trump ante la coalición contra el EI renuncia El Mercurio
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OPINION Y EDITORIALES (una selección
– fragmentos)
La vocación de chusma
- Ascanio Cavallo
¿Se derechiza la derecha chilena? Desde
luego; y no hay por qué extrañarse. Sabemos desde hace un par de siglos que la
dialéctica política consiste en eso: cuando un sector se mueve hacia una punta,
el otro se inclina hacia la contraria. La derechización de la derecha es una
excrecencia de la izquierdización de la izquierda. Quien haya escuchado la
forma en que la derecha, incluso la moderada, la centrista, se refiere al
gobierno de la Nueva Mayoría, sabe esto desde el primer día de la campaña
presidencial pasada. ¿No estaban allí casi todos los síntomas: los competidores
en las primarias de Chile Vamos, la candidatura desmarcada de José Antonio Kast
y, sobre todo, la maciza y enojada movilización para la segunda vuelta
presidencial?
Pero eso no equivale al regreso del
pinochetismo. No es la entronización del diputado Ignacio Urrutia ni de la
diputada Camila Flores, que tienen lo suyo y lo defienden con bravura, pero ya
está. La reivindicación de Pinochet se va a producir, más tarde que temprano,
aunque solo sea porque ha sido demonizado hasta el grado imposible de pretender
su inexistencia. Hace 30 años obtuvo más del 44% de los votos y es inicuo
pretender que esa adhesión se volatilizó. Más aún: desde entonces, solo Lavín y
Piñera han conseguido votaciones mayores en la derecha.
Así y todo, no es imaginable la
resurrección del pinochetismo en los términos en que existió; la historia no
tiene retorsiones tan truculentas. La derechización de la derecha no va por esa
senda. Lo que la mueve, principalmente, es la conducta de una izquierda que no
termina de diferenciarse en su irritabilidad.
¿Qué cosas operan hoy en favor de la derechización? De
un lado, algunas conductas de sus adversarios: la pasión caníbal por devorarse
a sí mismos y a sus mejores líderes; la ausencia de respuestas prácticas a
fenómenos complejos, como la inmigración, donde ningún pietismo basta para
aplacar el sentimiento de amenaza; el silencio bovino hacia gobiernos
impresentables que siguen activos en América Latina; las descalificaciones a
órganos que les disgustan, como el Tribunal Constitucional, que una patota
traduce luego en una encerrona callejera; el desequilibrio desembozado para
distribuir la calidad de criminal político; en fin, la terca inclinación a
preferir la historia como pantallazos y negarla como procesos.
Y del otro: el impresionante ascenso de la
derecha dura en Europa, ya no solo en los países exsocialistas -otro ejemplo de
dialéctica política-, sino también en el moderado centro oeste, que fue el
paraíso de la socialdemocracia, Italia, Holanda, Bélgica, Francia; el triunfo
de Jair Bolsonaro en Brasil, apabullante para un país que pasó 23 años bajo
gobiernos de izquierda (la del lulismo, “más a la izquierda” que Fernando
Henrique Cardoso), sin olvidar la victoria de Iván Duque en Colombia, solo por
sostener que las Farc fueron derrotadas, y esa vieja sensación -por cierto,
inconfirmada- de que la derecha siempre lo hace mejor en las cuestiones de
administración y de fuerza.
¿Quién gana con la ciénaga de Carabineros?
Cualquiera, menos la izquierda. Aparte de batir el récord de sacar a 47
generales y dos generales directores en nueve meses, el Presidente Piñera
recibió del general Hermes Soto un valioso regalo: su negativa a renunciar,
permitiendo al Presidente cursar un decreto fundado del que se hacen parte, aun
sin desearlo, el Congreso y la Contraloría. ¿Se puede imaginar un mejor diseño
para reforzar la autoridad presidencial?
Piñera no se irá con esto hacia la derecha
“dura”; eso no está en su constituency ni en su experiencia vital.
Pero esa derecha ve con satisfacción la intervención del gobierno en un
organismo que hasta hace unos meses era visto como un subalterno de los
gobiernos de centroizquierda. El general Bruno Villalobos llegó a salvar el
cargo cuando se descubrió el mayor fraude monetario de la historia de
Carabineros, con el simple recurso de decirle a la entonces Presidenta Bachelet
que su mantención era una garantía de que lo resolvería; quizás la Presidenta
no advirtió que esa era una nueva versión del argumento usado por el general
Pinochet cuando el Presidente Aylwin le dijo que prefería que se fuera del
Ejército. Pero de ahí en más, Villalobos pareció un protégé de la
administración, razón suficiente para que se abriera una batalla campal dentro
de la policía.
Esta vez, la realidad imita a la
caricatura. Parece una broma que dos generales puedan estar en liza, acumulando
por delante y por detrás a otros generales y coroneles, y unos y otros se
ataquen con toda clase de herramientas infectadas (¡un bando llegó a utilizar a
un diputado del PC!), a la vista de 51 mil subordinados que solo esperan oír
una voz de mando, una sola. ¿Quién la ofrece? El gobierno de derecha, el
Presidente de derecha, que saca al general aunque se resista, echa a 10 más si
es necesario, y llega al récord de 47 generales: ¿No es la tan postergada
reestructuración de Carabineros?
Tampoco hay que exagerar: la andrajosa
situación de Carabineros será una oportunidad, pero maldita sea la oportunidad.
Ha costado una vida y las seis peores semanas del gobierno interior. Los
gobiernos, como las personas, envejecen prematuramente con estos dramas, se
vuelven más escépticos y amargos.
Pero en su entorno las cosas se mueven de
otro modo. Si Jacqueline van Rysselberghe ha vuelto a imponerse en la UDI no es
porque resurja el pinochetismo, sino porque sus militantes habrán percibido una
mejor capacidad para contener a quienes los quieren desbordar por la derecha.
El polo magnético en que se ha convertido José Antonio Kast para ese sector es
el mayor quebradero de cabeza que haya tenido nunca Chile Vamos, y eso que a
Kast le falta la ordinariez del gran líder populista, esa vocación de chusma y
refundación que ha ido de Perón a Mao, de Catilina a Chávez.
De pronto, las elecciones que vienen, las
municipales y regionales del 2020, empiezan a tomar otro sentido. Capaz que
sean la medición de cosas que hace solo un tiempo no imaginábamos. La Tercera
La
anomia de Carabineros – Carlos Peña
Lo que ha ocurrido (desde el estado de
compromiso y para qué decir durante la dictadura) es que en las corporaciones
armadas se fue gestando poco a poco un cierto aislamiento de la sociedad y el
poder civil. Carabineros, el Ejército, la Armada, comenzaron a gestar formas de
comensalidad, prácticas de endogamia, narrativas del orgullo profesional,
códigos de conducta, etcétera, totalmente apartados de la sociedad a la que
pertenecen y a la que deben obediencia, conductas que se definían por
contraposición a la sociedad civil. Esas corporaciones comenzaron a generar una
cultura propia que cuando se la mantiene en diálogo y confrontación con otras
cumple la función de fortalecer la independencia y el orgullo, pero cuando se
la deja a solas, sin confrontación y control y no se la hace experimentar sus
límites -como ocurrió con ministros y ministras vestidos de verde oliva que la
reproducen y la acatan en vez de confrontarla- acaba deslizándose hacia el
vicio del corporativismo y entonces una cultura autorreferida, con su propia
idea de lo que es correcto y legítimo, con su propia definición de fines y
medios, queda instalada en medio del Estado.
Aparece en ese momento la anomia, que no es
en rigor la falta de reglas, sino la aparición de reglas propias.
¿Acaso no es eso lo que ha estado
ocurriendo en Carabineros y en cierta medida en el Ejército? ¿Que se han
constituido en cuerpos autorreferidos, con una cultura vuelta sobre sí misma
que experimenta pocos límites y que acaba generando su propio ethos , su propio
sentido de lealtad, de lo que es legítimo y lo que no?
El fenómeno, como se ha observado muchas
veces, viene desde el estado de compromiso, donde los cuerpos armados se
mantuvieron al margen de la vida pública, y se acentuó durante la dictadura,
cuando se erigieron en la medida de la vida cívica, y continuó, por desidia o
incomprensión o incompetencia o temor, durante los gobiernos de la
Concertación, que, al igual como les ocurrió en algún momento con los
empresarios (es cosa de recordar el agrado con que el Presidente Lagos iba al
CEP), parecieron más interesados en ganarse la confianza y la complicidad de
carabineros, militares, marinos y aviadores, por la vía de compartir sus ritos
y halagarlos, que de imponer su voluntad, controlarlos y someterlos del todo al
poder civil.
Por eso hay que celebrar la decisión del
Presidente (que dicho sea de paso algo sabe de anomia) de hacer renunciar al
alto mando de Carabineros. Esa es la única forma de comenzar a someter a esos
cuerpos al poder civil, a los valores de la plena vida cívica, y para hacerlo
es inevitable, como lo ha hecho el Presidente, recordarles quién es el que
manda. El Mercurio
Puras
Mentiras -
Oscar
Contardo
Cuando Sebastián Piñera lanzó su
candidatura a la Presidencia en 2017 prometió pocas cosas. Además de la
prosperidad económica que auguraban tiempos mejores, uno de sus compromisos fue
restablecer “el principio de autoridad”, que juzgaba debilitado, y fortalecer a
la policía uniformada, sobre todo en su rol en la crisis de La Araucanía. Una
vez que asumió el gobierno, Piñera se fotografió en pose marcial junto a un
enjambre de blindados que llevaría el orden a La Araucanía. También concedió un
par de entrevistas en las que puso como ejemplo del caos imperante en la zona,
el incendio de “iglesias con mujeres y niños dentro”.
Eso nunca ocurrió: las iglesias quemadas
estaban vacías. Lo que efectivamente sí sucedió fue el asesinato del matrimonio
de ancianos Luchsinger McKay, un crimen espantoso perpetrado durante el primer
mandato de Piñera y por el que hay un hombre condenado por la justicia. Por
último, en un gesto que lo diferenciaba de su antecesora, el Presidente Piñera
destituyó al general Villalobos y nombró a Hermes Soto como general director.
Soto comentaría tras asumir que de haber
enfrentado un problema como el que le tocó al anterior jefe de Carabineros, él
habría renunciado antes. Sin embargo, cuando Camilo Catrillanca fue asesinado
por un comando de un balazo en la nuca, frente al revuelo nacional, el general
no marcó gran diferencia con los modos del general Villalobos. Hermes Soto
respaldó una catarata de versiones absurdas sobre lo realmente acontecido la
tarde del crimen. Esas versiones aparentemente las recogía de sus subordinados
y no eran más que un cuadro lleno de vacíos, conexiones flojas y explicaciones
chapuceras. El relato acabó coronado por un video en donde el policía
sospechoso del disparo sostenía desde prisión que a él lo obligaron a mentir,
sin especificar quién lo había presionado. En su inesperada declaración, el
policía tampoco tuvo tiempo para lamentar la tragedia de la familia
Catrillanca. Se quejaba, eso sí, del mal momento que estaban pasando sus
compañeros de armas. Ese video grabado sin autorización y difundido por las
redes sociales encarnaba la respuesta que le había dado el Estado de Chile a la
crisis de La Araucanía: un policía vestido con una polera de superhéroe.
Durante las semanas que siguieron a la
muerte del comunero mapuche, autoridades civiles y uniformadas dijeron muchas
cosas, las dijeron por la televisión, la radio y los diarios. Dijeron que había
sido un robo, que hubo una persecución y fuego cruzado. Dijeron que el muerto
era sospechoso, que tenía antecedentes penales. Dijeron que hubo cámaras, pero
no imágenes; dijeron que el muchacho que acompañaba a Camilo Catrillanca era
cómplice de algo. A ese adolescente lo detuvieron, lo maltrataron e incluso
intentaron incriminarlo por su propia tragedia. Ahora sabemos -gracias a videos
filtrados- que el chico solo miraba con ojos de espanto la muerte de su amigo y
que si no fuese por él, porque ninguna de la decena de balas disparadas lo
alcanzó, seguramente no sabríamos la verdad y estaríamos escuchando en una
conferencia de prensa a alguien hablando del honor de quienes forman una
institución y que día a día se sacrifican por todos nosotros. Más que un
trabajo, un apostolado que no se merece críticas ni exigencias.
El asesinato de Camilo Catrillanca es el
punto de fuga de un desfile de mentiras -recientes, pasadas, históricas- que
aún no terminan de revelarse; también es el síntoma de que la crisis en
Carabineros es profunda y supura como un tejido infectado del que las
autoridades políticas no quieren hacerse cargo, como tampoco lo hacen con la
situación en La Araucanía, porque los planes complejos a largo plazo no rentan.
Lo importante es el aquí y ahora de los votos; moverse en la frivolidad que
acompaña a la desidia, aunque tenga como consecuencia otro fracaso más de una
democracia fatigada por la desilusión, la desconfianza y la rabia. La Tercera
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